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DOP, IGP y ETG: las claves para entender los sellos europeos de calidad alimentaria

Descubre qué significan estas certificaciones, qué protegen y cómo influyen en la forma en que consumimos y valoramos los productos. 

Cuando compramos un embutido, un queso o un vino, es habitual encontrar en su etiqueta sellos como DOP, IGP o ETG. Estos distintivos no son simples adornos, sino figuras de calidad reconocidas por la Unión Europea que garantizan la autenticidad, el origen o la tradición de un producto. Sin embargo, muchas veces se confunden entre sí. ¿Qué diferencia hay entre ellos? 

 

Denominación de Origen Protegida (DOP) 

La DOP es la categoría más exigente de todas. Significa que todas las fases de producción, transformación y elaboración se realizan en una zona geográfica concreta, bajo un saber hacer específico y reconocido.
En otras palabras, un producto con DOP no se entiende fuera de su territorio: su calidad, características y reputación están íntimamente ligadas al lugar donde nace. 

Ejemplos: el Queso Manchego, el Jamón de Huelva (DOP Jabugo) o el Vino Rioja. 

Con este sello, el consumidor tiene la garantía de que cada paso del proceso se ha realizado respetando la tradición y el entorno que le da su identidad. 

 

Indicación Geográfica Protegida (IGP) 

La IGP también vincula un alimento con un territorio, pero es más flexible que la DOP. Aquí, basta con que una de las fases de producción, transformación o elaboración se lleve a cabo en la región indicada. 

Esto permite proteger productos que, aunque no se produzcan completamente en un mismo lugar, sí están fuertemente asociados a él y a su reputación. 

Ejemplos: Ternera Gallega o la Cecina de León. 

Gracias a la IGP, se pone en valor la fama y las características particulares que un área geográfica aporta al producto, aunque no todo el proceso se realice allí. 

 

Especialidad Tradicional Garantizada (ETG) 

La ETG se diferencia de las dos anteriores en que no protege un origen geográfico, sino una receta o método de elaboración tradicional. Este sello salvaguarda preparaciones transmitidas de generación en generación, que forman parte del patrimonio gastronómico europeo. 

En este caso, un producto puede elaborarse en cualquier lugar, siempre y cuando respete la receta o las técnicas reconocidas oficialmente. 

Ejemplo: Jamón Serrano ETG. 

El objetivo de la ETG es proteger la tradición culinaria y garantizar que, aunque el producto se haga en distintos países, mantenga su esencia y autenticidad. 

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